Aries: el primer signo, la chispa que enciende el ciclo zodiacal

El símbolo
El glifo de Aries representa los cuernos del carnero: dos líneas curvas que se elevan hacia arriba y se abren al mundo. Técnicamente, es la curva que brota desde un punto central y se despliega. Para la simbología antigua, la curva es vida, impulso, emoción. Aries es justamente eso: la chispa inicial.
El glifo condensa una idea simple y profunda: la energía que se expande desde la semilla, como el brote que rompe la tierra para buscar la luz. En la antigüedad, esto era como un zip de información: en dos trazos, el mensaje de comenzar, de abrir camino, de ser el primero.
El mito
Los antiguos caldeos, y luego griegos y romanos, dieron a Aries el papel de puerta del zodíaco. No es casual: marca el equinoccio de primavera en el hemisferio norte, el renacimiento de la naturaleza, la victoria de la luz sobre la oscuridad.
En la mitología, Aries está asociado con el carnero dorado de Frixo y Hele, que cruza el cielo llevando a los héroes hacia un destino nuevo. De ahí nació la constelación, que quedó fijada como el primer signo.
El sentido
Aries simboliza la acción pura. No reflexiona: actúa. Es la fuerza que abre camino. En astrología, este signo habla del yo que se afirma, del valor de iniciar aun sin tener todo el mapa. Aries es fuego cardinal: la chispa que enciende la hoguera.
Donde Aries aparece en tu carta, hay un lugar de vida que pide movimiento. Ahí está la valentía para empezar, aunque después otros signos se encarguen de sostener o perfeccionar.
Aries como medida
En el marco del zodíaco como sistema de medición, Aries es el cero: el punto de partida de la rueda, los primeros 30 grados del cielo. Sin Aries no habría relato, porque alguien tenía que ser el primero en dar el paso.



