Casa 3 en la carta natal: movimiento, expresión y la vida cotidiana
La Casa 3 es la del movimiento y la expresión. No solo se trata de hablar: aquí entran en juego el gesto, la escritura, la danza, el baile, todo aquello que nos permite sacar hacia afuera lo que somos y compartirlo con el mundo.
Si en la Casa 2 abrimos el cofre de nuestros valores, en la Casa 3 aprendemos a moverlo, a ponerlo en circulación. Es la ruta que conecta extremos, el camino que nos impulsa a recorrer nuestro entorno inmediato.
Los primeros aprendizajes
Esta casa también tiene que ver con el inicio de la vida consciente. Es cuando empezamos a gatear, balbucear, escribir nuestras primeras letras, dibujar formas. Son los gestos iniciales de una expresión que luego se complejiza. Es la etapa en la que aprendemos a nombrar, a dar sentido a lo que nos rodea.
El entorno cercano
La Casa 3 abarca a nuestros hermanos, primos, vecinos y vecindario, los vínculos más inmediatos con los que interactuamos a diario. Aquí se refleja nuestra forma de intercambiar con ellos: desde una charla en la puerta de casa hasta la complicidad fraterna que nos marca de por vida.
No olvidemos que también representa el desplazamiento cotidiano: el auto, la bicicleta, el transporte público, e incluso los nuevos medios que van llegando, como los drones o los vehículos eléctricos. Todo lo que nos conecta con nuestro entorno cercano forma parte de la Casa 3.
El ritmo diario
Mientras que la Casa 9 abre el horizonte a lo lejano y lo filosófico, la Casa 3 se ocupa del presente inmediato: los intercambios del día a día, los mensajes, los gestos, el aprendizaje constante que se da en lo cotidiano. Es el pulso de la vida urbana, los saludos con el barrio, los trayectos cortos, las rutinas que nos forman sin que nos demos cuenta.



